domingo, 19 de julio de 2009

una cuento para Francisca: parte 2 y tres

ESCENA 6.2:
Desperté nuevamente, y a mi alrededor Ed, Melanie, Thurston, Jorge, Colin y algunos más, yacían descuartizados sobre la tarima. Melanie parecía haber sido rajada con un Kukri, al igual que los demás Rockstars; de lejos se apreciaba que todos tenían dos balazos, uno en la frente y otro en la mano izquierda. Qué extraño caso, diría el detective González. Más raro aún era que yo me encontrara entero -pensó-. Les dije que no recordaba mucho. Se los relaté como en escenas o en pequeños recuerdos: No puedo hilar las imágenes, continué. Te entiendo, te entiendo, aún así, debemos realizar el protocolo -dijo González con una voz inexpugnable-. Lo miré y le dije "ningún problema". Entonces vino el detective Beniscelli, sacó su pistola y disparó en mi mano izquierda. Detrás de él apareció el detective Vidal y el detective Cabezas, el primero sacó su revolver y me disparó en la frente; caí al piso azotándome contra una botella de pisco Horcón Quemado en plena cara occipital; el segundo (Cabezas), procedió a descuartizarme -me contaría San Pedro después, junto con la siguiente reflexión: La vida no es como uno quiere, sino como es no más-. Y acto seguido procedió a cerrar las puertas del Infierno mientras leía a Bleiq.


Autopsia

Había llegado muerto ese día. Mi mente estaba en estado basal, incapaz de cualquier interacción. Agotadísimo de todo el ajetreo, apuros, decepciones, ideas y dolores dejo mis cosas justo al lado de la entrada. Voy sacándome la ropa camino al baño. Estoy desnudo cuando enciendo la ducha, caliente casi demasiado. Así me gusta, abundante y abrasadora. El chorro de agua me deshace. Tomo la espuma de afeitar y me jabono la cara. Tomo la navaja y me afeito. Luego me enjabono entre las piernas. El frío filo entre los testículos me produce cierta desazón. Pausadamente y con cuidado termino afeitando toda mi piel. El vello sobrante cae y desaparece en la corriente. Me deshago de cejas y el vello en mi pecho, piernas y brazos. Lampiño, limpio cierro el agua caliente sólo para lavarme con agua fría. Toda la piel desnuda y contraída. Como si fueran cristales de hielo.
Me sacudo el agua pero no me seco. Goteando entro al vestidor. Sobre una mesa redonda en un rincón está la uñeta de platino. Sin pensar la tomo y me hago una incisión vertical al centro de la frente, suficientemente profunda como para que toque el hueso. Meto el dedo medio y despacio comienzo a tirar. La piel se desgarra siguiendo la línea media, dividiendo la mitad de mi nariz, separándose, rodeando los labios y volviéndose a encontrar. Con la otra mano ayudo a estirar la otra mitad. Sigue desgarrándose en total equilibrio a través del mentón, cruzando el cuello en verticalidad perfecta, dividiendo el pecho en mitades idénticas hasta detenerse en el ombligo. Tiro la cara y el resto de la piel de la cabeza hacia atrás como una capucha. Me desprendo de la piel de los hombros y parte de la espalda y despellejo los brazos, arremangando todo hasta abajo. En la torpeza dejo caer la uñeta. Me enredo con tanta piel suelta. Además que las palmas están muy pegadas y el dorso está sujeto con las uñas, así que me toma más tiempo. Cuando finalmente logro sacarme los guantes, empujo el resto del overol de pellejo tomándolo del borde de la cintura a través de las caderas hacia abajo. Para hacer las cosas más fáciles, tiro del prepucio soltando lo necesario. Los glúteos y las piernas son simples, los pies engorrosos. Finalmente mi piel cae abierta como un libro de sangre. La extiendo sobre el suelo. La estiro de cuerpo entero, tratando de plancharla con las manos. La doblo con precisión y la guardo en un pequeño cofre rectangular.
Comienzo a desgranar mi cuerpo como un rosario. A esta hora, finalmente ya no me es útil. El silencio es un bloque sólido. Sin muchas reverencias abro el armario de metal. En su interior penden cientos de ganchos y garfios de distintas formas y tamaños. Comienzo a descolgarme los músculos uno a uno y a colgarlos en sus respectivos lugares. Desprender los tendones de las apófisis es relajante. Mi esqueleto lentamente comienza a soltarse en las articulaciones. Desenredar los vasos sanguíneos y los nervios es lo más delicado. Debo tener cuidado con los órganos sujetos a los músculos para que no se caigan. La lengua la cuelgo en un garfio justo en la mitad del armario.
Con manos huesudas desprendo los órganos y los guardo. Cada uno en una vasija de alabastro. Los colores varían según el órgano. Aquellos que eran órganos gemelos poseen vasijas casi idénticas, como los testículos o los riñones. La traquea, los bronquios y los pulmones en cambio los suspendo dentro de una jaula de vidrio. La madeja de capilares, vénulas y arteriolas crece a medida que mi tronco se va vaciando. Sobre una tarima, una decena de botellas de cristal de diversas formas reciben cada una de mis glándulas. Las suprarrenales dentro de dos botellas rojas.
El corazón me lo saco con mucho cuidado porque suele enredarse con el entorno. La telaraña de los vasos sanguíneos se libera enorme cuando se deja caer. Toda la vida sosteniéndose lánguida del músculo que corona el amor. Despacio y con una rotación en el eje termino con todo en un ovillo silencioso. Sin decir nada coloco todo ese enjambre sanguíneo en un saco de terciopelo negro. La sangre tendrá que quedar huérfana, porque la médula ósea se guarda con los huesos. Con los ojos fríos, sin querer me topo con mi reflejo en la pared. La luz tropieza conmigo. Bajo la mirada con un poco de pena. Tanto sin hacer que ya no se hizo. Arrogancia, todo es vanidad dijeron entre las luces. Perdón por todo. Con la jaula de mi pecho vacía es más fácil dejar ir.
Tengo que acercarme más al espejo para descocer mi cráneo. Es muy raro verse tan desnudo. Ligeramente inclinado y con los ojos hacia arriba mirando mi coronilla, desenredo el frontal de los dos parietales y después estos entre sí. Me acerco a la cajonera de los huesos y los guardo. Elongo un poco para aumentar el relajo de las articulaciones y el distanciamiento entre la mayoría de mis huesos. Me siento increíblemente liviano. Suelto la muñeca. Sin pensarlo mucho agarro firmemente el cerebro y lo arranco de un tirón, la medula espinal lo sigue. Puedo sentir como los nervios se meten en mi espina por entre las vértebras y salen por el cráneo, arrastrando ganglios y todo. Con cuidado y sin enredarlo me acerco al tanque cilíndrico lleno de un líquido transparente y lo ahí lo sumerjo. Todo queda flotando como una medusa. Justo antes rescato las dos glándulas restantes y las coloco junto con en resto de las botellas. La pineal en una esfera de oro en cambio la hipófisis en una lágrima de plata.
Vuelvo a acercarme a la cajonera de ébano. Primero dejo los dientes. De los 32 espacios 4 quedan vacíos, son las perdí en el camino. Luego al lado de los otros 3 que ya había colocado, fui guardando el resto de los huesos del cráneo. Luego las costillas, cada una al lado de su par. El esternón al final. Metatarsos, tarsos, las piernas completas. Cada hueso lustrado y aceitado antes de guardarlo. Así debería haber sido. Pero estaba cansadísimo y nunca me han gustado mucho los adornos. Con todas sus marcas por el uso, así son encajonados. Las caderas y todas las vértebras, desde la cola al atlas. Cada cajón del tamaño preciso. Me descuelgo los brazos. Guardo los otros huesos del hombro, luego ambos brazos. Me desprendo de las falanges una a una, los huesos de la palma y finalmente como cuentas deshiladas, los carpos en sus respectivos cajones.
Lo último en guardar, los ojos. Cada uno dentro de un huevo. El izquierdo en un huevo de cuarzo y el derecho en un huevo de obsidiana. Todo se vuelve negro y me duermo. <><

viernes, 19 de junio de 2009

Más allá de "dios"

La estructura principal del relato está relacionada con una supuesta religión matriarcal en los tiempos de los druidas en Europa. Previo a los romanos. Esta religión es la religión a la madre, a un ente femenino todo poderosa y creadora. Sus rostros en la naturaleza son la tierra, la luna, la mar. Todo esto es importante destacar no son datos netamente históricos, sino que la tesis de un poeta (Robert Graves), aunque también hay un par de referencias previas. La propuesta es que esta religión agraria contendría buena parte del “material mitológico” de las subsecuentes religiones europeas, los motivos son discutibles (desde el mimetismo diabólico a la teoría del mito vivo o Neo versión Matrix). Pero cambiando el eje de importancia hacia la figura masculina porque ocurre el cambio de matriarcal a patriarcal.
La idea de la religión y la magia de atar con un vínculo a la naturaleza pasa por imitarla. Representar lo que está arriba con lo que está abajo y en una lógica de referencia por igualdad controlar lo celeste con cosas terrestres. Por lo tanto la reina es la luna y el rey el sol. Por eso son hijos de estos astros, y su relación está dada por como se relacionan los astros. A partir de esto se organiza una especie de representación viva del calendario astral (Sol – Luna).
Bien los protagonistas de la historia y como se relacionan. La diosa blanca es una diosa triple. Ella es todos los aspectos de lo femenino, y se refleja en las tres fases de la luna (la luna nueva no se ve). Los tres aspectos son La joven (amante), madura (la madre), vieja (la muerte). Ella cicla y controla las mareas, pero su orbita en el cielo es constante. En el mito ella pare (al principio pare virgen) un varón. El hijo, el astro que la acompaña, la estrella matutina y vespertina, Venus. De ahí la bandera islámica y la clásica postal de la virgen con el niño. El niño sagrado es el mejor de todos los hombres y se convierte en rey cuando llega a su ápice, fecunda a la madre que tiene otro niño varón. El crece para matar al padre y volver a casarse con la madre cerrando el ciclo. Este es el espíritu del año, asociado a la variación de la potencia solar. Nace en solsticio de invierno, crece llega a su ápice, muere, es sacrificado en la cosecha, y luego vuelve a empezar. Este ciclo está armado en un calendario semi lunar. Cada mes tiene, su letra, su árbol e incluso su ave. A partir de las letras calendario se arma un alfabeto sagrado o primer alfabeto. Todas estas referencias se cumplen en el relato.
El sacrificio humano del rey sagrado. Hay dos variantes del sacrificio. La primera es donde el rey dios es muerto desmembrado y una parte de él en ingerida. La segunda el rey es colgado de un árbol hasta morir (o alcanzar la sabiduría como le pasó a Odín). Al morir renace como espíritu, que matará a su hijo que lo mató, al reencarnarse en “su nieto”. En la representación viva de los reyes carnales, el rey por lo tanto era sacrificado emulando la muerte del sol, y la reina escogía un nuevo sucesor y próximo soberano, sin la parte incestuosa. Pero al varón se le ofrecía previamente entre la vida y muerte de un rey o la vida sin fama ni gloria (Aquiles se supone que fue uno de estos reyes solares). Ahora, ¿cada cuando lo mataban? Hay versiones, yo me escogí una de las tantas. El año tiene 365.25 días, el mes lunar tiene 29.5 días. La versión utilizada acá es que el sacrificio ocurría una vez cada 8 años donde ocurre un calce (mas o menos, el perfecto es cada 19 años, pero el número ocho es generalmente asumido como plenitud) entre el ciclo mensual y el ciclo anual, es decir calza una luna nueva (está noche no habrá luna) con el solsticio de verano. Esto ocurre cada 99 lunas. En los solsticios el sol se queda “quieto” en lo que respecta a la variación de su orbita por tres días. Por lo que en el comienzo del verano en el hemisferio norte esto es desde el 21 de junio hasta san Juan (24). En esta fecha según el calendario la letra del mes que acaba es la D o “letra puerta” y el mes que viene es el mes de la T o mes del sacrificio. El dios del mes T o del sacrificio correspondía al dios más poderoso y también al del rayo y el trueno (ej. Zeus). Su ave era el cuervo, animal que cruza entre la tierra de los vivos y los muertos indistintamente. Por eso si bien el protagonista muere mirando el ocaso, incluso después de la muerte sus ojos son tomados y dirigidos en vuelo hacia el oriente. Entre solsticio y solsticio hay 6 meses y 5 días. En el comienzo del invierno el Sol renace y empieza a crecer en su orbita de nuevo. El árbol de la T es el roble. Este sacrificio asegura el ciclo del sol y por lo tanto la cosecha. El suspenderlo sobre la tierra es separarlo por completo de la madre y entregado al padre en el cielo, el sol, el fuego. I A HU, o YA HU es una manera de decir él es dios, aunque también es un título de la diosa. I A son la primera y la última vocal ; I siendo la vocal de la muerte y A la vocal del renacimiento. Las vocales son letras sagradas que no están incluidas en los meses (en el alfabeto) pero esconden el nombre sagrado de dios (IEUOA). Este hombre dios es igual que un árbol, nace de la tierra y sostiene el cielo. El es el vehiculo de la tierra al sol. Existían según Graves, 7 símbolos de la realeza (como realmente haber nacido el 24 de diciembre) la cojera era uno de ellos. Era una cojera inflingida al ser coronado.
Aparte de eso hay unas inclusiones de la tradición hebrea, el Adam Kadom es el hombre prototipo libre del pecado original y uno solo con dios. La “corona” es el nombre que recibe la primera manifestación (primer sefirot) de Dios después del verbo. La letra T es de hecho la última letra del alfabeto hebreo, que es un alfabeto sagrado sin vocales. Su primera letra es una letra muda, el aleph, la letra antes de las letras.
La tradición cristiana aporta de manera pura sólo con una parte de la eucaristía, al preparar el vino se agrega una gota de agua que simboliza el alma humana fundiéndose con Dios. Además parte de los hincapiés están contados con resemblanza a la estructura de la pasión, pero sin forzarlo mucho aparecen las similitudes, pero en vez de 1 Ella, tenemos 3 Marías (mar) y en vez de hijo amante, tenemos hijo casto (Juan).
Bjork sólo cayó porque una de las veces que estaba escribiendo la pasaron por la radio, y la verdad me pareció que calzaba perfecto. Creo que eso es todo. Gracias por la paciencia. Nos leemos. <><